Corrientes vivió un momento insólito en su Carnaval cuando el famoso cantante Marco Antonio Solís apareció en el sambódromo y fue confundido con el mismísimo Gauchito Gil. La multitud, extasiada por su presencia, no tardó en rodearlo, algunos pidiéndole bendiciones, otros rogando por trabajo y hasta algún perdido solicitando que Boca juegue mejor.
El Buki, con su habitual cabellera digna de una estampita y su mirada celestial, intentó explicar que él solo venía a disfrutar de la fiesta, pero el fervor popular ya lo había declarado santo por aclamación. Testigos aseguran que un vendedor ambulante hasta le dejó un paquete de velas “por si las necesita para después”.
Finalmente, el cantante mexicano tomó la confusión con humor y, en vez de ofrendas, decidió regalar sonrisas y selfies. “Nunca me habían pedido tantos milagros… ¡ni mi esposa!”, bromeó antes de desaparecer entre plumas, lentejuelas y un fervor digno de una procesión.
La duda queda: ¿se trató de un error honesto o de un auténtico milagro carnestolendo?