La Fórmula Uno nos ha dado momentos épicos, desde adelantamientos a mil por hora hasta declaraciones explosivas. Pero lo de este fin de semana en Las Vegas fue una mezcla de velocidad, emoción y… ¿un poco de amor?

Franco Colapinto, el joven piloto argentino, protagonizó un episodio que bien podría ser un guion de película. Mientras todos los ojos estaban puestos en el majestuoso circuito de Las Vegas, que parece más un escenario de cine que un trazado de carreras, Colapinto decidió llevar el concepto de “curvas peligrosas” a un nivel completamente nuevo. Y es que, en lugar de concentrarse en la pista, el joven corredor se vio distraído por las curvas de una mujer, una belleza a la que él, cariñosamente, llama “La China”.

Según fuentes cercanas (y una sonrisa que no pudo ocultar al ser entrevistado), Franco estaba tan embelesado por las curvas de su musa que no pudo evitar perder de vista el camino. El resultado fue el inevitable encuentro de su monoplaza con una de las temidas curvas del circuito, un choque que dejó a todos preguntándose: ¿Es este el primer accidente de la historia causado por un deslumbramiento amoroso?

“Fui a toda velocidad, pero en mi mente estaba La China, con esas curvas que quitan el aliento”, admitió Colapinto entre risas, mientras los mecánicos se afanaban por reparar su coche. “No pensé que mis sentimientos me llevarían tan lejos… o tan cerca del muro.”

Las redes sociales, siempre rápidas para convertir cualquier incidente en un fenómeno viral, no tardaron en llenar los timelines con memes y comentarios. “Cuando dicen que te distraigas menos, pero uno nunca sabe que ‘las curvas’ son más que una advertencia en el trazado”, bromeaban los usuarios en Twitter. Otros, más románticos, dejaron claro que, para ellos, la historia de Colapinto es la prueba de que el amor verdadero puede ser tan fuerte como la fuerza G en una curva de alta velocidad.

Lo cierto es que, aunque el choque de Franco no pasó a mayores (más allá de unos cuantos raspones en la carrocería), dejó una lección clara para todos los pilotos de la parrilla: las curvas pueden ser peligrosas… pero las que llegan al corazón, mucho más.

¿Y La China? En vez de preocuparse, parece que está tan encantada con la historia como nosotros. “Ahora no solo me llaman ‘La China’, me llaman la mujer que causó el primer choque amoroso en la Fórmula Uno”, dijo entre risas, mientras no podía evitar imaginar cómo será la próxima cita: ¿en el podio, o en una pista de carreras?

Lo único que podemos asegurar es que la próxima vez que Franco se acerque a una curva, más de uno estará pendiente de qué pasa en su cabeza… y no solo en el volante.