En una de las tantas oficinas estatales, dos hombres se enfrentan en una batalla sin igual. No se trata de una lucha de poder, ni de una disputa por el último ascenso. Es la batalla de los extremos, la pugna entre dos polos opuestos: Yacob, el pequeño, y Gustav, el grande.

Yacob, apodado cariñosamente “Erni” por sus compañeros, vive pensando en su miembro viril, que, según él, no cumple con las expectativas sociales. Para disimular su “pequeñez”, Yacob ha desarrollado un arsenal de estrategias: usa remeras llamativas y cortes de cabellos de diseño para desviar la atención de la mirada hacia la zona alta, se sienta de lado en las sillas, entre varias técnicas que ha inventado.

En la otra esquina del ring, se encuentra Gustav, “Guacha”, conocido por su exuberante anatomía. Guacha no teme mostrar su “grandeza”, y suele usar ropa ajustada que deja poco a la imaginación. Su presencia en la oficina genera incomodidad en algunos, admiración en otros que pispean de reojo, y envidia en casi todos.

La rivalidad entre Yacob y Guacha es evidente, pero también existe una entrañable amistad y camaradería. Comparten una misma condición, aunque en diferentes extremos, y se apoyan mutuamente en los momentos difíciles.

La historia de Erni y Guacha nos enseña que no hay nada de malo en ser diferente. Lo importante es aceptarse a uno mismo y reírse de las propias imperfecciones.

¿Qué opinas de la historia de Erni y Guacha? ¿Te has sentido identificado con alguno de ellos?

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P.D.: Recuerda, lo importante no es el tamaño, sino la actitud. ¡Acepta tu cuerpo y sé feliz!